Los acantilados de los Gigantes, situados en la costa oeste de Tenerife, constituyen uno de los paisajes más espectaculares de la isla.
Sus impresionantes paredes verticales rocosas, que en algunas zonas tienen una altura de 600 metros, se prolongan desde el puerto de Los Gigantes hasta punta de Teno, el extremo más occidental de la isla.
Los guanches consideraban sagradas estas paredes pétreas que, para ellos, representaban el fin del mundo. Rendidos a sus pies, los fondos marinos, de unos 30 metros de profundidad, albergan una gran riqueza natural que atrae a entusiastas del submarinismo y de la pesca de altura.
La mejor forma de admirar estos acantilados es embarcarse en cualquiera de los muchos barcos y catamaranes que operan desde el puerto de Los Gigantes para observar los delfines mulares y ballenas piloto que pueblan estas aguas o realizar pesca de altura. Es costumbre que el barco fondee unos minutos en la bahía de Masca para disfrutar de un baño y un almuerzo a bordo.
Existe una colonia estable de ballenas piloto, también conocida como calderón tropical, formada por unos 250 ejemplares, que habita en el estrecho que separa Tenerife de la vecina isla de La Gomera y su observación es posible en cualquier época del año.
El delfín mular o delfín hocico de botella es el más común y más conocido de los delfines porque suele ser el delfín que vive en cautividad en los delfinarios. En estado salvaje, estos delfines viven en grupos de 10 ó 12 individuos. Nadan a una velocidad de 5-10 km/hora, aunque en tramos cortos pueden alcanzar velocidades de 35 km/hora. Cada 5-8 minutos tienen que salir a la superficie para respirar.
La observación de cetáceos en el Archipiélago canario está regulada desde 1995 por el Gobierno de Canarias.
Cámara en vivo Acantilados de Los Gigantes